lunes, 28 de marzo de 2011

Poesía: El mundo de los demás (Miguel Hernández)


“Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!”, palabras del gran poeta chileno, Pablo Neruda,  al poeta oriolano.
Hace hoy 69 años que la tuberculosis acabó con la vida de Miguel Hernández. Tras años de lucha por la libertad, por la dignidad y por los derechos del proletario, Miguel Hernández murió en la prisión alicantina el 28 de marzo de 1942 dejando una obra concisa pero profunda.
Entre uno de sus poemas  más importantes de su obra “Cancionero y romancero de ausencias“ se encuentra el poema titulado “El mundo de los demás”.

El mundo de los demás
El mundo es como aparece
ante mis cinco sentidos,
y ante los tuyos que son
las orillas de los míos.

El mundo de los demás
no es el nuestro: no es el mismo.


Imágenes de la vida:
cada vez las recibimos,
nos reciben entregados
más unidamente a un ritmo.

Pero las cosas se forman
con nuestros propios delirios.

Ciegos para los demás,
oscuros, siempre remisos,
miramos siempre hacia adentro,
vemos desde lo más íntimo.

Trabajo y amor me cuesta
conmigo así, ver contigo:
aparecer, como el agua
con la arena, siempre unidos.

Nadie me verá del todo
ni es nadie como lo miro.

Somos algo más que vemos,
algo menos que inquirimos.
Algún suceso de todos
pasa desapercibido.

Nadie nos ha visto. A nadie
ciegos de ver, hemos visto.

Ciegos para los demás,
oscuros, siempre remisos,
miramos siempre hacia adentro,
vemos desde lo más íntimo.

En 2010 Joan Manuel Serrat puso música a esta obra del poeta oriolano incluyendo el tema en su álbum “Hijo de la luz y de la sombra” dedicado por completo al pastor.

Dedicado a Laura que sé que le gusta :D

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